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Los mejores 8 libros para leer de viaje

  • Foto del escritor: María Delfina Carmona
    María Delfina Carmona
  • 22 ene 2021
  • 7 Min. de lectura

Nota para Revista Vagarí


A la hora de armar la valija hay un par de infaltables en la check list: cargador de celular, documentos, auriculares y un buen libro. No cualquiera de la biblioteca es candidato para acompañarte en el viaje de turno, pero que no cunda el pánico: he aquí una selección curada de historias para hacerte compañía lejos de casa.


Elegir el libro que te va a acompañar en un viaje no es tarea menor. Hay muchas variables en juego y, sobre todo, demasiadas opciones que complican la decisión. Tienen que ser libros que vibren en el mood vacación de desconectarse pero no por eso pecar de lectura híper ligera y poco profunda.


Buscamos títulos amigables y magnéticos, con el poder de engancharte y endulzarte con historias mientras te relajás con el sonido de las olas de fondo, estás tirado en un spot de la montaña o te desplazás a kilómetros por hora en el transporte de turno.


Los finalistas de la selección son en su mayoría novelas de géneros varios y – por qué no también – un par de libros de cuentos y ensayos.


Como para sumar al plus viajero, elegimos algunos autores de distintos lados del mundo para viajar física y mentalmente: Colombia, Chile, Estados Unidos e Inglaterra dieron el presente esta vez. Y, en caso de que tengas la suerte de visitar pagos extranjeros, colamos un par de maestros argentinos para que no extrañes tanto la tonada argenta.


1. Poeta chileno, Alejandro Zambra


Una de las publicaciones más queridas del 2020. Esta historia recorre los vínculos y aspiraciones humanas de una manera muy sincera, tierna y ocurrente.


Cómo ama un padrastro, cómo intenta hacer avanzar su carrera, cómo se reencuentra con viejos amores para hacerlos nuevos, cómo hay una mística sobre los poetas en la cultura chilena y en su forma de percibir el mundo, cómo un hijo de padres separados crece y se encuentra con los bemoles de la vida misma, cómo una periodista extranjera duela y trabaja en “el último país del mundo”.


Poeta chileno es una novela que te consume, te espeja, te abraza. De lectura fácil, abre temas de conversación que quedan resonando en uno y desnuda la intimidad de los personajes para que, como espectador, puedas acompañarlos en las idas y vueltas de su vida.


Tiene el sello de Zambra por donde la mires: su lenguaje es arriesgado, sutil, perceptivo, preciso y tierno. La crítica literaria le tiró flores a este libro y, aún encarándolo con la vara alta, sorprende. Es una oda a la poesía, la masculinidad, la paternidad y al fracaso.


2. El nervio óptico, María Gainza


11 relatos que mechan arte e historias paralelas; eso es lo que plantea esta joyita de la biblioteca nacional. María Gainza, escritora y crítica de arte argentina, logró incluir – de un modo súper accesible – todo ese conocimiento en sus cuentos.


Cada historia de El nervio óptico cierra a la perfección: en esos remates o silencios finales cae toda la potencia de la narración.


Son 11 capítulos que logran dejarte pensando, con palabras en la boca, con sensaciones raras. Te obligan a frenarte en el último renglón a procesar lo que acabás de leer y terminar de hacer un par de clics internos. Es un libro que se vuelve mejor y mejor una vez que pasan las horas y sigue decantándose el relato.


Combina el detrás de escena de obras de arte, pintores o museos con historias que podrían considerarse autobiográficas, dejando entrever la complejidad de las redes familiares, de la sociedad en sí, de uno mismo.


Cuesta soltarlo y, una vez que se termina, te deja con ganas de más.


3. Anagramas, Lorrie Moore


Lorrie Moore es una de las escritoras estadounidenses contemporáneas más avaladas por la crítica. Es algo así como una de las estrellitas de la escena literaria actual. Anagramas, su primera novela, es ocurrente y pícara. Está cargada de un sentido del humor muy característico de su autora. Recorre los temas del lenguaje y las eternas posibilidades de destinos que no fueron o tal vez, en algún otro plano, sí llegaron a ser.


Son 5 capítulos de historias que no se siguen. Sería más bien una serie de 5 relatos paralelos y conectados por personajes con el mismo nombre, unidos por un abanico de posibilidades azarosas que les toca experimentar en lo que parecieran ser distintas vidas.


El título ya nos da una pista: los anagramas son palabras que pueden ser creadas a partir del reordenamiento de las letras de otra palabra.


Y eso es un poco lo que le pasa a sus personajes: se reordenan, cambian, fluyen, pero hay algo en su personalidad que permanece constante. Moore siembra la idea de que la identidad puede ser algo versátil y multifacético.


Para los que quieran apostar más por su literatura, ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? es otro título de esta escritora que, además de ser alto libro, podría funcionar a la perfección como compañero de viaje. Es una novela tierna y a la vez cruda. Muestra una inocencia muy bruta en el vínculo de sus personajes adolescentes, al mismo tiempo que logra exponer cuestiones muy primarias y universales sin ir a argumentos muy complejos.


4. Primera persona, Margarita García Robayo


Lo más lindo de esta escritora colombiana es su tono, la calidez de sus palabras, la cadencia y el ritmo de sus párrafos.


Primera persona es un conjunto de ensayos autobiográficos que recorren episodios particulares de la vida de su narradora para que uno, como lector, pueda elevarlos a un universal y conectarlos con lo propio.


De un modo muy simple, sincero y sin maquillaje, abre las puertas de la nostalgia y del presente para hacer un relato íntimo, real. Es un lujito en la obra de Margarita García Robayo, autora también de Tiempo muerto y Lo que no aprendí.


Instalada en Buenos Aires desde hace más de 10 años, sigue filtrándose entre sus textos algunas pinceladas de su Colombia natal, mezclada de una visión bastante cosmopolita y conocedora del mundo.


Es una escritora que interpela sin gritar, sin poner nada en mayúscula. Baila entre los temas de la identidad, la pertenencia, lo contradictorio, el ser mujer, el Edipo, la maternidad en su versión más honesta y cruda posible.


Es una lectura conmovedora.


5. La única historia, Julián Barnes


«¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión», así inaugura la novela Barnes y nos mete de lleno en una historia cargada de recuerdos. El novelista inglés propone un universo en el que el amor y el dolor vienen de la mano como dos caras de la misma moneda.


La única historia trata sobre una pareja dispareja y complementaria: un chico joven, una mujer madura y el inevitable paso del tiempo son los protagonistas de este relato lleno de vaivenes. Es una novela sutil y con mucha potencia que interpela a cualquier lector atento.


Cargada de profundidades, dicotomías, tensiones y observaciones muy concretas sobre los vínculos, Barnes logró hacer un estudio conmovedor sobre el desamor.


A destacar: el narrador constantemente va saltando de la primera a la segunda a la tercera persona y logra con mucha soltura que esos cambios de registro sean casi imperceptibles. Uno como lector se entrega a ir mirando desde las distintas perspectivas e ir entendiendo la dinámica de la historia – y por qué no la vida misma – desde un todo complejo.


6. Los vecinos mueren en las novelas, Sergio Aguirre


Este policial es una recomendación muy acertada para alguien que tiene ganas de leer pero no tiene el hábito: no hay forma de que no te enganche esta novela llena de suspenso y giros épicos.


Es un libro cortito que te desafía capítulo a capítulo a que trates de ganarle, de sacarle la ficha, de resolver cómo va a desenvolverse el final antes de que pase.


El plot encierra 3 historias distintas conectadas entre sí y comienza con un personaje que se muda junto a su esposa a una casa en medio del campo con una sola casa vecina habitada por una viejita.


A partir de ahí, este escritor y psicólogo cordobés arma un universo de relatos y sub-relatos que ejerce una atracción unánime sobre los lectores. Los vecinos mueren en las novelas es un libro atrapante y fácil de leer, ideal para desconectarse por un rato de la realidad y comprometerse con la trama impresa.


7. Las viudas de los jueves, Claudia Piñeiro


Las viudas de los jueves fue el libro que ganó el Premio Clarín Novela 2005. Esta ópera prima de Claudia Piñeiro abrió el paraguas y puso un reflector sobre las narradoras mujeres, comenzando a darles más voz en las editoriales. La historia transcurre en un barrio cerrado de la Provincia de Buenos Aires y desnuda todas las contradicciones que pueden venir de lo que parecería la vidriera de una “vida perfecta”.


Es un análisis de un microcosmos social disfrazado de relato coral, ágil y rumoreado, en la que sus protagonistas hacen y deshacen su personalidad en pos de quienes los rodean.


En la trama se cuela algún dejo de la serie Desperate Housewives y del cuento El nadador, de Cheever. Esa polifonía está muy bien lograda y hace avanzar la historia desde adentro. Es una novela visual con ritmo cinematográfico, tanto que en 2009 fue adaptada a la pantalla grande.

Si te gusta la prosa de esta autora, el año pasado publicó Catedrales, una historia con potencia que trata sobre el aborto, se apalanca en lo tabú, pone de manifiesto la hipocresía social e interpela mostrando el dolor individual y colectivo.


8. Breves amores eternos, Pedro Mairal


En una selección de esta índole, Mairal no podía quedar afuera. Breves amores eternos reúne sus últimos cuentos y los del libro Hoy temprano (2001) y se prestan como el ítem ideal para meter en la valija. Con mucho dominio del lenguaje, logra un equilibrio exacto entre recursos literarios poéticos y un tono súper relajado que resulta muy cómodo.


Son cuentos de personajes de una transparencia cruda, con la cantidad justa de opacidad: son seres deseantes y errantes. El narrador no los juzga, les da rienda suelta y los hace accionar con total libertad. No hay edulcorantes ni filtros en su prosa.


Leer a Pedro Mairal nunca falla. Saca la literatura del táper del ambiente cultural y nos la acerca. Sus relatos están inundados por los cinco sentidos; los narradores nos prestan su cuerpo para que sintamos los mismos calores, pinchazos, gustos y asperezas que ellos.


Su obra, además, tiene ritmo y musicalidad: ante todo, Mairal es un poeta y esa faceta se ve en su prosa y la embellece.


Data para que los del team novela no se queden afuera: La uruguaya, Salvatierra o Una noche con Sabrina Love son 3 joyas de su autoría, otros caballitos de batalla nobles a la hora de elegir libros de disfrute.


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